También llamadas “cordales” o “terceros molares” debido a su posición final en la dentadura, las comúnmente conocidas como muelas del juicio son quizá la pieza dental que más quebraderos de cabeza da a pacientes y dentistas. Éstas son los últimos dientes en aparecer, aproximadamente en una edad comprendida entre los 16 y los 20 años (de ahí el nombre de “juicio”), aunque pueden aparecer antes o después e, incluso, no erupcionar nunca.
Cuando lo hacen, la probabilidad de que queden mal situadas o torcidas suele ser bastante alta (aunque depende de la persona), llegando incluso a comprometer la situación del resto de las piezas dentales. Por ello, pueden quedarse a medio camino, dificultando la masticación y provocando dolores. El porqué de todo esto es muy sencillo: nuestra dentadura es más pequeña que la de los primeros homínidos debido a la evolución y el cambio en las dietas, por lo que estos terceros molares no tienen espacio suficiente en la mayoría de las ocasiones.
Dependiendo de la persona, las muelas del juicio pueden suponer un problema o aparecer como molares normales que ejercen su función perfectamente, ya que disponen de espacio suficiente. El dentista evaluará la situación de los molares y aconsejará extraerlas en caso de que, como se ha explicado, comprometan la situación del resto de piezas y/o resulten un problema para el paciente. En cuanto al proceso de extracción, es sencillo y no conlleva complicaciones posteriores.
